Nicolás Gómez Dávila

Fernando Savater
Babelia. El País. 2007

Nicolás Gómez Dávila: el reaccionario inconformista

A comienzos de diciembre, tuvo lugar en el Instituto Cervantes de Berlín un encuentro internacional sobre el pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila (1913-1994). Participaron Franco Volpi (que ha preparado la edición de las obras completas del autor y lo ha traducido al italiano), Carlos B. Gutiérrez (catedrático de la Universidad de los Andes), Krysztof Urbanek (traductor al polaco) y el que suscribe. También intervino Peter Brokmeier, presentando y leyendo textos inéditos de Botho Strauss, un escritor entusiasta de Gómez Dávila como también lo fueron el dramaturgo Heiner Müller y el mismísimo Ernst Jünger. Esta enumeración demuestra el progresivo interés internacional por la obra de un pensador que pertenece a la estirpe de esos "raros y exquisitos" que a veces alcanzan finalmente el reconocimiento, como Cioran o Canetti, en ocasiones quedan a medio camino, como Antonio Porchia, y a menudo siguen a la intemperie, como Albert Caraco.

La obra de Gómez Dávila se compone de miles de unos aforismos que él llamaba "escolios a un texto implícito" y que presentaba como notas al margen de un sistema filosófico que nunca escribió. Ese conjunto monumental, secreto y provocador constituye algo así como una "estética de la resistencia" a las ideologías y modos de vida dominantes en la sociedad moderna, desde la óptica de un declarado reaccionario que por sus magistrales desplantes ("los tres enemigos del hombre son el demonio, el Estado y la técnica") puede descolocar tanto a la derecha como a la izquierda tradicionales. Para comenzar, debo decir que los fundamentos que subyacen al pensamiento de Nicolás Gómez Dávila me resultan perfectamente ajenos. Es más, en la medida en que uno puede atreverse a hacer aseveraciones metafísicas tajantes, creo que son completamente erróneos. La concepción ultracatólica de la realidad como coartada positiva de un escepticismo radical, la vieja y obstinada querella contra la democracia (tan antihistórica, porque en la idea de democracia se reúne lo mejor de Grecia y lo mejor del cristianismo occidental), la fruición en denunciar los ideales de ilustrados de Igualdad, Justicia, Progreso, etcétera... (ninguno de los cuales obliga a una fe ciega, porque, como el mismo Gómez Dávila nos dijo, "ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello")... todas estas concepciones de fondo me parecen inconsistentes y desde luego no me mueven a ninguna simpatía. Incluso diré que cuando afloran a través de algunos de los rarísimos aforismos de Gómez Dávila que incurren en su detestada bêtise, siento un cierto alivio: por ejemplo, cuando dice "quien no vuelve la espalda al mundo actual se deshonra" o también "aun la derecha de cualquier derecha me parece siempre demasiado a la izquierda".

En efecto, es tranquilizador para un progresista -y no tengo más remedio que confesarme como tal, más allá de las estrictas demarcaciones de la izquierda y la derecha- considerar rechazables las conclusiones que obtiene un reaccionario militante de sus presupuestos ideológicos. Lo malo es que, en el caso de Gómez Dávila, esa tranquilizadora concordancia es la excepción y no la regla. En la mayoría de las ocasiones, los aforismos del pensador colombiano son demoledoramente certeros y tan válidos desde mis propios presupuestos como puedan serlo desde los de quienes compartan los suyos, tan opuestos.

De ahí lo contradictorio y casi agónico de mi pasión por Gómez Dávila: no comparto ninguno de sus axiomas, pero sí la mayoría de lo que deduce de ellos. Sobre todo cuando niega y rechaza, aunque mucho menos cuando afirma. Lo cual no le resta interés, porque, como él mismo escribió, "muchas doctrinas valen menos por los aciertos que contienen que por los errores que rechazan". Insisto en este punto, ya que no admiro sus Escolios simplemente por su espléndido tino expresivo, duro como la roca y trémulocomo la rama según su propia inolvidable descripción, ni tampoco por su evidente ingenio y su tonificante humor sino ante todo porque da la casualidad -lo mismo que advirtió Borges sobre las aparentes boutades de Oscar Wilde- de que suele decir verdades, sobre todo cuando critica. Y para mí, que no soy posmoderno y mucho que lo lamento, la verdad es más importante que el estilo, que el ingenio y al menos tan importante como el mismísimo humor.

Quizá el aspecto más interesante del pensamiento de Gómez Dávila consista en que no puede ser sencillamente clasificado como un pesimista a lo Cioran o como un nostálgico de los felices tiempos pasados, como tantos aristocratizantes que no echan de menos la ilusoria armonía perdida de la sociedad antigua sino sólo sus desaparecidos privilegios. Gómez Dávila no es ese laudator temporis acti de que habla Horacio en su Arte poética. Por el contrario, revela frecuentemente una sensibilidad desprejuiciada -por crítica que sea- ante los ritos y mitos de la modernidad. El escolio en que afirma "el bárbaro o totalmente afirma o totalmente venera. La civilización es sonrisa que mezcla discretamente ironía y respeto" entronca con un comentario muy parecido de Isaiah Berlin, quien señaló en oposición al fanatismo del bárbaro que la persona civilizada está dispuesta a luchar e incluso morir por ideas en las que no cree del todo. No es el pesimismo, sino la lucidez la que le lleva a afirmar "madurar no consiste en renunciar a nuestros anhelos, sino en admitir que el mundo no está obligado a colmarlos". Ningún verdadero pesimista admite nunca del todo que la auténtica cordura implica frustración pero no se reduce a ella.

Otro punto interesante, aunque sea ocasional, es su franco interés por la sexualidad. En ese campo, rechaza las soluciones fáciles, tanto convencionales como más a la moda: "El problema no es la liberación sexual ni la represión sexual, sino el sexo". Por supuesto, es desde luego la ideología en boga la que se lleva sus más acerados dicterios, pero no desde el estrecho puritanismo: "Nada más repugnante que lo que el tonto llama 'una actividad sexual armoniosa y equilibrada'. La sexualidad higiénica y metódica es la única perversión que execran tanto los demonios como los ángeles". Y tampoco enlaza precisamente con la mentalidad mojigata una de sus afirmaciones positivas más discutibles y a la vez más gloriosas: "Un cuerpo desnudo resuelve todos los problemas del universo". Y también este dogma erótico: "Quisiéramos no acariciar el cuerpo que amamos, sino ser la caricia". Incluso me atrevería a decir que en ocasiones se arriesga a propósitos que podría suscribir cualquier materialista: "Sólo hay instantes". Y por encima de todo el aforismo que prefiero sobre cualquier otro de los suyos, una declaración desesperadamente triunfal que se sitúa más allá de la falsa dicotomía entre pesimismo y optimismo, desde luego mucho más allá del escepticismo limitado y limitador: "Lo contrario de lo absurdo no es la razón sino la dicha".

Joscelyn Godwin

Joscelyn Godwin es profesor de música en la Universidad de Colgate, en Estados Unidos, y autor de numerosos libros de erudición: Mystery Religions in the Ancient World» (1981), The Theosophical Enlightenment (1994), Armonías del Cielo y la Tierra: la dimensión espiritual de la música desde la antigüedad hasta la vanguardia (Paidós, 1998), The Pagan Dream of the Renaissance (2002) y The Golden Thread (2007). Asimismo, ha realizado importantes traducciones, entre las que cabe destacar la obra alegórica del Renacimiento El sueño de Polifilo. En Atalanta ha realizado la edición de Armonía de las esferas y el prólogo de La fuga de Atalanta, de Michael Maier.

Karl Kerényi

Karl Kerényi (Temesvár, 1897 - Zúrich, 1973) estudió Filología clásica en la Universidad de Budapest e impartió clases de Filología e Historia antigua en las universidades de Pécs, Budapest y Szeged. Fue discípulo de Walter F. Otto y uno de los más importantes especialistas de mitología griega. Carl G. Jung lo invitó numerosas veces a participar en las conferencias del Círculo de Eranos, pues su interpretación de la mitología griega como arquetípica de alma humana estaba en consonancia con el enfoque de Jung.

Alain Daniélou

Viajero, aventurero, erudito, sanscritista, musicólogo, artista, hombre libre y amante de la vida, Alain Daniélou fue profesor de la Universidad de Benarés, director de Manuscritos Sánscritos de Madrás y autor de numerosos libros sobre la cultura hindú, de los cuales «Dioses y mitos de la India» es su obra más importante.

Otros libros de Daniélou:
"Mitos y Dioses de la India" Atalanta 2010
"El camino del laberinto" 2007. Editorial Kairós
"Siva y Dioniso" 2ª Ed. Editorial Kairós

Más información :

http://www.edicionesatalanta.com/libro.php?id=43

Varios autores

Platón, Plinio el Viejo, Nicómaco de Gerasa, Teón de Esmirna, Ptolomeo, Censorino, el autor de los himnos órficos, San Atanasio, Arístides Quintiliano, Macrobio, Boecio, Hunayn, Aureliano de Réôme, Juan Escoto Eriúgena, Regino de Prün, Ikhwan al-Safa, Al-Hasan al-Katib, Isaac ben Abraham, Jacques de Lièges, Ugolino de Orvieto, Giorgio Anselmi, Isaac ben Haim, Marsilio Ficino, Ramis de Pareja, Pico della Mirandola, Franchino Gafori, Francesco Giorgi, Heinrich Glarean, Gioseffo Zarlino, Johannes Kepler, Robert Fludd, Athanasius Kircher, Angelo Berardi, Andreas Werckmeister, Isaac Newton, Jean-Philippe Rameau, Saint-Martin, Hugo von Dalberg, Fabre d'Olivet, Peter Singer, Albert von Timus, Isaac Rice, Saint-Yves d'Alveydre, Azbel, Marius Schneider y Rudolf Haase.

Joscelyn Godwin es profesor de música en la Universidad de Colgate, en Estados Unidos, y autor de numerosos libros de erudición: «Mystery Religions in the Ancient World» (1981), «The Theosophical Enlightenment (1994), `Arktos. The Polar Myth` (1996), `Armonías del Cielo y la Tierra: la dimensión espiritual de la música desde la antigüedad hasta la vanguardia` (Paidós, 1998), `The Pagan Dream of the Renaissance` (2002) y `The Golden Thread` (2007). Asimismo, ha realizado importantes traducciones, entre las que cabe destacar `El sueño de Polifilo`.

Lev Tolstói

«Nunca se subrayará demasiado que la afinidad entre el poeta de la Ilíada y el novelista ruso es de temperamento y visión, sin que ello implique en lo más mínimo que Tolstói imitara a Homero, sino más bien que cuando Tolstói, entre los cuarenta y cuarenta y cinco años, releyó los poemas homéricos en su texto griego, debió de sentirse maravillosamente en su propio elemento.»
George Steiner. Tolstói y Dostoievski

Winifred Gérin

Nacida en Hamburgo, Winifred Gérin (1901-1981) dedicó casi toda su vida a escribir las biografías de las hermanas Brontë (Anne, Charlotte y Emily) y su hermano Branwell, por las cuales recibió varios galardones. Su obra de mayor éxito fue Charlotte Brontë: The Evolution of Genius (1967).

Max Ernst

Nacido en Brühl en 1891, ingresó en la Universidad de Bonn donde estudió filosofía y psiquiatría. Se alistó en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Cuando Ernst dejó el ejército ya había surgido en Suiza el movimiento dadá; atraído por la revolución dadaísta contra lo convencional, Ernst se instaló en Colonia y comenzó a trabajar en el collage.

En 1922 se trasladó a vivir a París, donde comenzó a pintar obras surrealistas en las que figuras humanas de gran solemnidad y criaturas fantásticas habitan espacios renacentistas realizados con detallada precisión (L'eléphant célèbes, 1921, Tate Gallery, Londres).

En 1925 inventó el frottage (que transfiere al papel o al lienzo la superficie de un objeto con la ayuda de un sombreado a lápiz); más tarde experimentó con el grattage (técnica por la que se raspan o graban los pigmentos ya secos sobre un lienzo o tabla de madera). Ernst fue encarcelado tras la invasión de Francia por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial; en la prisión trabajó en la decalcomanía, técnica para transferir al cristal o al metal pinturas realizadas sobre un papel especialmente preparado.

En 1930, debutó como actor en el cine con La edad de oro (L' Age D' Or), segundo filme surrealista del director español Luis Buñuel, donde interpreta el papel del cruel jefe de los bandidos. Dicho film causó un verdadero escándalo en Francia, y fue prohibida por más de 50 años. Sin embargo, Max Ernst siguió colaborando en otros filmes de corte surrealista, en los siguientes años.

En 1941 emigró a Estados Unidos con la ayuda de Peggy Guggenheim, que se convertiría en su tercera esposa en 1942. En 1953 regresó a Francia y a partir de entonces sus obras gozaron de una notable revalorización.

A lo largo de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador infatigable. En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.

Alejo Carpentier

Alejo Carpentier y Valmont (26 de diciembre de 1904 – † 24 de abril de 1980), fue un novelista cubano, que influyó notablemente en la literatura latinoamericana durante su famoso período de auge. A pesar de su corta producción literaria, está considerado como uno de los artífices de la renovación de la literatura latinoamericana, en particular a través de su estilo de escritura, que incorpora todas las dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de la realidad.

Peter Kingsley

Peter Kingsley, graduado por la universidad de Lancaster y el Kings College de Cambrigde, es Doctor en Filosofía por la Universidad de Londres y Fellow del Warburg Institute. Después de trabajar con las figuras más prominentes en estudios clásicos, antropología, filosofía y antiguas civilizaciones, se trasladó a la Universidad Simon Fraser de Canadá, y mas tarde a Nuevo México. En la actualidad reside en Estados Unidos.

Además de numerosos artículos y conferencias, Peter Kingsley ha publicado En los oscuros lugares del saber (2006), Filosofía antigua, misterios y magia: Empédocles y la tradición pitagórica (2008) y Realidad (2021).

Más información:

www.peterkingsley.org